Ejemplos claros de este tipo son los individuos acostumbrados a decir frases tales como ''todos son así'' o ''siempre me sale igual'', frases típicas de la gente que habla... y después piensa (aunque a veces la segunda queda pendiente). Y queda pendiente por que en muchos de los casos, el ambiente les da el lugar a decir ese tipo de acotaciones. Estamos acostumbrados a recibir ese tipo de aclaraciones que no solo nos van moldeando como gente pesimista que solo espera el resultado de un destino supuestamente marcado desde el momento de nuestro nacimiento, sino que pasamos a ser voces activas de dichas frases. Nos convertimos en una especie de robots que ante cualquier vuelta de la vida creemos que tenemos que acostumbrarnos a vivir así porque el otro ''es igual a los demás'' o porque las cosas ''siempre nos salen así''. Si no sabemos aceptar nuestras condiciones y las de los demás, nunca entenderemos que las cosas suceden por algo y que las personas no son iguales bajo ningún aspecto, solo existen ciertas similitudes que confunden a la mayoría.
Cuantas veces nos habremos visto cara a cara con situaciones donde rememoramos anteriores y deducimos que todo es igual, que todo es general y que no vale la pena seguir intentando si siempre el resultado que obtenemos es el mismo. El mensaje mas esperanzador lo obtendrás solo cuando encuentres algo o alguien que destruya por completo esa ley que creaste pensando en lo igual que es todo, y te darás cuenta al fin que nada es general y que las cosas llegan si el empeño y la esperanza se elevan mas alto que cualquier pensamiento negativo.
Somos todos iguales pero a la vez tan diferentes.
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